15 de octubre de 2010

Quiero escribir sobre decepciones

... Pero algo no me lo permite.

Desde hace varios días quiero -necesito- drenar un montón de cosas, pero cada vez que vengo a mi "espacio seguro" me quedo en blanco.

Intento recordar qué me había pasado, qué me trajo a la computadora esta vez, qué hecho en particular desencadenó ese sentimiento que me llenaba el pecho y amenazaba con devorarme por dentro si no lo expresaba.

Me quedo inmóvil un rato, esperando que la chispa del recuerdo encienda la llama de la emoción y me permita expulsar el veneno que poco a poco se extiende por mis venas. Nada pasa, sigo en blanco.

Quizás decir que quedo "en blanco" no es del todo acertado, porque no se trata de un mero "bloqueo creativo" -en todo caso, sería un "bloqueo emocional". Además, no estoy nunca totalmente privada de pensamientos, sino lo que me invade es una sensación de numbness (pasé días buscando una palabra en español que expresara exactamente eso y no la encontré)

Bien puede llamarse una no-sensación, no es negativa ni positiva, simplemente es.

Cuando estoy en ese estado -recientemente, muy a menudo- sólo puedo pensar en la gente, en la gente y en su cualidad innata de decepcionar.

A lo mejor soy yo, que espero demasiado de los demás o que siempre quiero creer que las personas son mejores de lo que dejan ver -hablando de ingenuidad- pero de alguna forma u otra siempre termino viviendo grandes, y a veces crueles, reality checks.

Es aquí donde quisiera dejar de autocensurarme y escribir exactamente, con pelos y señales, mis dos últimas desilusiones: una que creí superada hace años y otra que se niega a terminar. Pero ¿es justo exponer sin reparos a las personas sólo para "desahogarme"?... Al menos no sería justo con una de esas personas, el otro -¡Oops!- me tiene sin cuidado, él -¡Doble oops!- no se merece realmente ninguna cordialidad.

Sin embargo, ya que estoy "moralista" no haré ninguna descripción de los sucesos, pero dejaré en claro que ambos desembocan en el mismo charco: la gris, insípida y pesada decepción.

Se me hace muy difícil abstraerme lo suficiente para lograr tomar a la gente como "cosas", como simples seres bípedos que se mueven y emiten sonidos gracias a ciertos procesos biológicos... "¿Sentimientos? No sé... No me importa... "

Incluso pensándolo por encimita, me parece horrible, una aberración, una maldad. Y eso también tienen en común las ya mencionadas decepciones, que ambas están sazonadas con esa misma falta de ¿corazón? y con la misma cantidad de egoísmo.

Generalmente, cuando la gente que admiras no es lo que creías, duele. Pero que la desilusión sea tan grande que no le consigues ni principio ni final ni una forma de borrarla, la hace bastante peor que el despecho.

... Por cierto: el que este post haya quedado tan poco elocuente, también causa un poco de decepción, just saying.

2 comentarios:

Myself dijo...

no me decepciono.

y yo a veces.. también hablo con los dedos.

Laura dijo...

¡Vaya! Gracias, supongo...