25 de junio de 2011

La Cadena

Es posible que esté perdiendo un poco la capacidad de producir mis propios contenidos. También es posible que no esté conforme con nada que salga de mi pluma (teclado, pues). Pero considero que si ya hay hombres y mujeres brillantes que han logrado captar la magia de un sentimiento o de una vivencia con hermosas palabras, es válido darles un uso.

Hoy me identifiqué terriblemente con este poema y aquí lo dejo, para su deleite y para el mío.

Recomendación: Léalo solo, en voz alta y saboree cada palabra.


No hablaban sino para desearse en un grito,
no andaban sino para acercarse y caer,
no tocaban sino la piel de cada uno,
no mordían sino sus mutuas bocas,
no miraban sino sus propios ojos,
no quemaban carbón sino sus venas,
y mientras tanto el reino despiadado temblaba,
crecía la crueldad del viento patagónico,
rodaban las manzanas crueles del ventisquero.

No había nada para los amantes.
Estaban presos de su paroxismo
y estaban presos en su propio Edén.

De cada paso hacia la soledad
habían regresado con cadenas.

Todos los frutos eran prohibidos
y ellos lo habían devorado todo,
hasta las flores de su propia sangre.

- Pablo Neruda