Aquí es donde, de existir, el grupo de apoyo a coqueteo-adictos o "flirt-o-holics" como yo responderían al unísono y con un cantadito muy particular: "Hoooooola, Laura".
Pues, sí. Me confieso flirt-o-holic desde hace varios años. No sé cuándo ni por qué comenzó mi adicción, pero ya hoy es un hecho contundente e irreversible.
Un adicto se reconoce a sí mismo -pienso yo- cuando se encuentra en plena encrucijada, consigo mismo, decidiendo si tomar el curso de acción que quiere o el que debe. Es aquí cuando esa vocecita, tantas veces ignorada, que solemos llamar "sentido común" te dice que lo que quieres hacer no es la mejor idea y que las consecuencias, muy probablemente, serán equivalentes a un tortazo en la cara. El adicto SIEMPRE ignora a la vocecita.
Todos sabemos que la parte más excitante de cualquier relación es esa etapa del "pre-comienzo". Esa fase en la que el mundo se ve en technicolor, que las maripositas vuelan como locas en las tripas y que la adrenalina de arriesgarse al "no" es embriagante.
Y yo considero que mi patología es una adicción irreversible a vivir, revivir y re-revivir esa sensación. Por eso soy coqueta.
Confieso que en contadas ocasiones no me he puesto límites y me he encontrado en situaciones bastante incómodas a las que llego repitiéndome: "¡Lánzate al agua que no tienes nada que perder!", para luego recibir el ya mencionado tortazo... o peor: darme cuenta de que debo iniciar la retirada de la jauría de canes porque la presa resultó ser un zorrillo en vez de un zorro.
Sé que habrá alguna mujer, de esas con espíritu de dama antañona, que lea esto y se indigne al ver que "no me doy mi puesto" o que "el hombre es el que propone y la mujer la que dispone". Lo sé porque hasta apróximadamente el año 2005, yo era una de esas. Me quedaba en mi casa esperando que llegara un caballero a tocarme la puerta deslumbrado por el batir de mis pestañas. ¡SEÑORITAS, ESO NO PASARÁ!
Los hombres son tan o más inseguros de lo que podemos ser nosotras mismas y para que actúen hay que darles un empujoncito -uno leve, nada de llegarles en pelotas a su casa estilo Private Practice- para que sepan que llevan vida.
Asumir que una -además de la última palabra- también tiene el poder de tomar la iniciativa es arriesgado, porque nunca se sabe que tan latin lover pueda ser -o se pueda creer- el chico que despierta nuestro interés. Pero, como todo en la vida, es cuestión de lanzar la carnada y esperar a ver si pica el anzuelo, la cosa es que la carnada sea grande y apetitosa (¡Upa!)
Ese es mi punto de vista y por eso asumo mi adicción con dignidad.
Otra cosa que quería compartir:
Hoy, hablando con mi mejor amiga y echándole algunos cuentos, para explicar un punto usé la frase "But he makes my panties burst into flames!!!"... Disculpen la falta de glamour, pero me pareció una anécdota divertida.