2 de agosto de 2010

Norway is the way

Todas las veces que quiero sonar liberal y despreocupada (por no decir "engañada") sale a relucir la historia del noruego. Pero esa en realidad fue la culminación de una serie de "encuentros" de esos que las damas no cuentan... Pero let's face it, si no se dicen nombres, todo está permitido.

Esto pasó hace algún tiempo, acabábamos de descubrir que en un querido sitcom usaban una táctica llamada el "Have you met...", qué básicamente consiste en llegarle a un desconocido y decirle alguna variante de esta frase: "Hola, ¿conoces a [INSERTE NOMBRE DE AMIGO/A AQUÍ]?" (Hi, have you met...?) y echar el resto a la suerte.

Pao, mi amiga, siempre tuvo la necesidad imperiosa (y groupie-like) de experimentar el "Have you met". Así que, un día cualquiera en el cafetín de la universidad -cuando nos creíamos demasiado intensos para mezclarnos con la plebe en La Feria- decidió intentarlo con mi amor platónico de Ingeniería, a quién nos referiremos como Espalda Sabrosa. La cosa más o menos pasó así:

Pao: ¡Ya vengo, Lau! (Se para de la mesa, sale e intercepta a Espalda Sabrosa) ¡Hola, tengo una amiga que te quiere conocer!
Él: Eeehhh... ok (Realmente no era un hombre de muchas palabras y creemos que tampoco actividad cerebral)
Pao: (llegando a la mesa donde yo estaba a mitad de un arroz chino) ¡Es ella!
Yo: (boca abierta, tenedor en la mano, mirando hacia arriba) *balbuceo incomprensible*
Él: (incómodo y con voz mucho menos sexy que su espalda) Ehhh... Gustavo... Mucho gusto...
Yo: *balbuceo* Laura *más balbuceo*


Acto sucesivo, salió del cafetín para -literalmente- nunca más volver en los años de carrera que me quedaban. Al sol de hoy, le sigo echando la culpa al arroz chino que me restó sex appeal.

Sin embargo, si pensaron que Pao se rendiría, se equivocan.

En esa oportunidad -la del noruego- decidimos ser el grupo de rebeldes universitarios que se van a rumbear un miércoles (mi excusa fue hacer networking, pero más que todo fue rumbear y ya) Llegamos al local y yo, muy elegantemente, voy a instalarme en la barra (tenía un crush con un bartender) La noche pasa... y pasa... y pasa... y sigue pasando sin que pase nada. Comenzaba a aburrirme.

Eran como las 4am y ya el local comenzaba a vaciarse; sin embargo, aún quedaba un tipo, que a falta de una mejor forma de describirlo, era EL tipo: espalda ancha, ojos claros, bailaba como dios, bien vestido, barba de hace dos días... ¡Todo un colirio!

Yo: Pao, me encanta ese tipo. ¡Le quiero meter!
Pao: Ok... ¡Ya vengo!
Quizás si no hubiese estado estacionada en la barra tanto rato, recordaría con más detalles lo que pasó después. Pero no me queda duda de que en algún lugar de esa discoteca ocurrió un ataque "Have you met" style, porque aunque usted no lo crea -a mí aún me cuesta- aquel tipo llegó hasta donde yo estaba desplegando una sonrisa "ameisin" a preguntarme si quería bailar.

Ok, la música electrónica no se baila como la bailamos nosotros, pero para los efectos de ese día, hubiese bailado pegado hasta un heavy metal.

En el interín recuerdo que hablamos -no lo recuerdo muy bien- algo referente a que me había estado viendo toda la noche, pero que pensaba que si se acercaba a mí lo iba a rebotar. Lo único que recuerdo distintivamente fue que, luego de identificarse con algún nombre, me dijo: "Es que yo no vivo aquí, vivo en Noruega y me voy en una semana"... El tipo estaba tan poco comprometido con lo que pasaba como yo, tan TAN poco que me lanzó esa mentira para asegurarse que no nos veríamos bajo la luz del día y en estado sobriedad (darle un número de teléfono falso, fue sólo precaución) Could this get any better?

Sí, sí podía ponerse mejor: el tipo no sólo era guapo y pasajero, sino que besaba tan bien como bailaba. Best make out session EVER!

Después de eso, nos despedimos y cada quién agarró su camino (cabe destacar que rechacé una sugerente invitación a ir "a otro lado")

Evidentemente, después de los acontecimientos, la ronda de preguntas, respuestas y joda post-alcohol con mis amigos en la arepera fue excelente.

Desde ese día siempre se hablará de "la noche del noruego" como un logro personal de Pao y mío: ella porque lo hizo posible y yo porque lo consumé con honores (modestia aparte, I did a very good work).

Ese noruego no lo sabe, pero se convirtió en referencia obligada para mis despechos y mis noches de rumba.

Aún hoy, en este momento de mi vida, recuerdo ese día y pienso: "¿Quién necesita un clavo cuando se puede tener un noruego?"

1 comentario:

Dani Truzman dijo...

Oh, espalda sabrosa.

Es todo lo que voy a decir al respecto.