19 de agosto de 2010

Karma goes both ways

Confieso que cada vez que me entero (siempre sin querer, porque en serio prefiero no saber de ti) de que te cayeron las 7 plagas de Egipto, al contrario de lo que la gente piensa, no me alegro ni un poquito.

Soy de esas pendejas que luego de sufrir ataques de migraña por la rabia que da recordar como le llenaron la cabeza de PAJA y la dejaron ante el mundo como una ESTÚPIDA, todavía puede sufrir bajas de tensión por la preocupación de no saber si estás bien o no.

Soy de las pendejas que casi clavan el parcial más maldito de toda su carrera, porque 30min antes de entrar al salón se enteraron que te robaron hasta el alma a punta de pistola.

Soy de las pendejas que encierran a su sentido común en un closet y van y te escriben por Facebook desde su Blackberry para saber cómo estás, a pesar de que se juraron a sí mismas no hacerlo más nunca y sabiendo que, en efecto, responderías con un muy poco elaborado "tranqui, todo bien".

Soy de las pendejas que aún -no siempre, pero casi- se levantan a revisar el celular esperando un mensaje que le diga que AL FIN el Espíritu Santo te iluminó y te diste cuenta de que LA CAGASTE.

Soy de las pendejas que aún se preocupan porque no te estreses con las cosas del trabajo, que te ofrecen ayuda y que se les pone el corazón como una pasa cuando se tienen que despedir de ti.

Soy de las pendejas que cuando te ven les tiemblan las manos y no te ven a la cara para disimular que se les pusieron rojas hasta las orejas y que tienen los ojos aguados.

Soy de las pendejas que huelen tu colonia, se les acelera el corazón y se les abre un hueco en el estómago.

Soy de las pendejas que evitan pensar que en cualquier momento te va a llegar otra, porque es causa de llanto seguro.

Soy de las pendejas que se prometieron dejar de poner la cómica ventilando su guayabo, pero aquí están.


Así que mientras tú te recuperas de tus robos, tus enfermedades, tu estrés laboral y tus almuerzos solo; por aquí hay otra de esas pendejas que también la están pasando MUY mal.

(Aunque usted no lo crea, este post fue concebido de una manera muy distinta, pero así salió al final. My bad!)

1 comentario:

Jose dijo...

Si, no hay como darse bofetadas a si mismo ante esas pequeñas cosas que uno detesta de uno.

Porque de hecho, es en esa autodestrucción en la que uno se ve desnudo al espejo, aferrándose a si mismo, y arrancándose a tajos aquello que no queremos.

Eso, o solo estoy siendo fatalista y dramático.