24 de diciembre de 2010

Corto-le-traje #9

Yo confieso que en estas fechas festivas nunca he conseguido que se me active ninguna fibra sentimental.

Quizás sea por culpa del cristianismo mal machacado que me "impusieron" en el Colegio -una cosa intangible que siempre terminaba con la culpa o la acción basada en el miedo al castigo, como ratoncito de laboratorio- que no logro conseguirle el propósito real a la celebración histérica de la Nochebuena.

¿Los regalos? Ok, igual a un cumpleaños. ¿El nacimiento del Niño Dios? Ok, pero para eso se va a misa todos los otros domingos. ¿La tradición? Lo mismo que las corridas de toros, por ser "tradición" no significa que sea bueno.

No lo entiendo, simplemente, NO - LO - ENTIENDO.

Ya la ilusión de la niñez de que recibirías regalos buenos si te portabas bien, que te podrías quedar despierta hasta tarde, que verías los fuegos artificiales y que ibas a jugar con los primos que no veías durante el año, se esfumaron. Mis regalos me los compré yo, quedarme despierta ya no me causa emoción -al contrario, me causa un fastidio terrible-, los fuegos artificiales los vengo viendo/escuchando desde que comenzó el mes y ya la expresión "jugar con mis primos" podría empezar a malinterpretarse -Di NO al incesto ¿eh?-.

Entonces, ¿cuál es la emoción del 24? No critico ni juzgo a los que, genuinamente, le ven un significado y una razón de ser a la celebración de las fiestas. Es más, podría decir que casi los envidio.

As for me, prefiero esperar por el 31... porque al menos podremos celebrar que sobrevivimos otro año y ya sabemos lo que no vamos a volver a hacer el año que viene.

1 comentario:

Unknown dijo...

Te apoyo, igual prefiero el 31. Los 24 eran más pa' cuando uno es un niño y tal, o cuando le toque a uno ser el "niño jesús".