¡Qué difícil es bajar del pedestal a quien tan poco le costó subirse!
Dicen por ahí que lo que fácil viene, fácil se va. No tengo nada en contra del populacho, pero la segunda parte cada día se me hace más falsa.
De que se fue, se fue. Sin duda. Pero algo no me deja aceptar la huída; me mantiene ahí pegada, como una gordita diabética en la vitrina de la 4D. ¡Basta ya niña, despégate, sabemos que ahí no hay nada para ti!
Al igual que los grandes inventos, la tarea de superar una relación acabada es 10% determinación y 90% transpiración. Un maratón que, si intentamos hacer en tiempo record, vamos a terminar tirados a mitad del recorrido, sin aire y sin ganas.
Sin embargo, he llegado a creer que la parte más difícil de conseguir es la determinación. Nosotros los que tenemos por cabeza una caja fuerte, no somos muy buenos con eso de "la fuerza de voluntad", esas cosas no nos entran bien en el banco del pensamiento y, para colmo, nos cuesta que j*d3 sacar de ahí aquellas cosas que un día etiquetamos como "de valor".
Pero, si bien es cierto que una mentira dicha mil veces se convierte en verdad, empezar a mentirnos y decirnos que estamos bien, puede que sea un camino verde alrededor del enfrentamiento con la dura verdad.
(Yo estoy bien, yo estoy bien, yo estoy bien, yo estoy bien, yo estoy bien)
Si la cuestión es, en efecto, una competencia: el que muestre menos gana... ¡'Ta pelú'o!
Confieso aquí y ahora, que no me gusta competir por la Copa de la Indiferencia, pero si es lo que me toca, no me voy a quedar a mitad del camino.
(Yo estoy bien, yo estoy bien, yo estoy bien, yo estoy bien, yo estoy bien)
Aquí nada entra y nada sale. El que adentro haya o no una perla, no hace menos dura la coraza.
Yo sí quiero sentir, pero el corazón no se vuelve más duro en la medida que recibe más golpes, así que, por ahora, la idea de sustituirlo por tripas y sentir con ellas, me parece tentadora.
¿Y qué?... Esta no fue mi decisión... Yo sí lo intenté...
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