16 de julio de 2011

De confesiones y situaciones...

No le termino de agarrar el gusto a las confesiones, son como como una noche de tragos: te hacen sentir livianita unas horas, pero al día siguiente te hacen arrepentirte de todo. Así son las confesiones para mí.

Contrario a lo que se pensaría de la dueña de un blog, no soy -nunca he sido- una persona abierta, le huyo a las confrontaciones con tanta dedicación que ni siquiera me gusta hablar por teléfono, mi voz siempre me delata.

Temo que este post termine siendo "uno de esos" -con todo el tono peyorativo que se le pueda otorgar a esa expresión-.

Quizás por esa misma falta de "apertura" es que tiendo a caer en estos momentos de, llamémoslo "saturación emocional". Laura aguanta, Laura es paciente, Laura no pelea. ¿Pero cuánto puede aguantar Laura? La respuesta varía, lo que no varía es que inevitablemente siempre llego a este momento infame.

Quiero gritar, llorar, renunciar, correr, retroceder, esconderme... Todo excepto estar en mi pellejo.

Hoy no me soporto.

Hoy es uno de esos días en los que la ansiedad se aloja en mi estómago. Me hace cuestionarme todas y cada una de mis decisiones, casi hasta la histeria.

¿Por qué me metí en esto? ¿Por qué le creo? ¿Por qué me duele? ¿Por qué es así? ¿Por qué sucumbo? ¿Por qué me aguanto? ¿Por qué lo espero?...

Hoy me detesto porque soy una contradicción. Me entrego al vicio, lo padezco, lo aborrezco y me encanta.

Una parte de mí se ocupa en argumentar en contra de la otra, en arruinar su frágil felicidad con hechos tan contundentes como filosos, que la desollan hasta dejarla expuesta y en carne viva. ¡Mi pobre ilusión de felicidad!

En días como hoy deseo vivir en un cuaderno de matemáticas, que todo sea cuadriculado, cuantificable, con márgenes bien claros y que tenga una solución absoluta. Pero la jodida vida no admite "absolutos".

Odio no saber qué va a pasar, odio no saber qué hacer, pero lo que más odio es saber lo que debo hacer y tener miedo de hacerlo.

Me odio a mí, me odio por lo que hago. Lo odio a él, por no dejarme dejarlo y por enfrentarme a mí misma, a mis descuidos, a mi ingenuidad, a mi exceso de confianza y a mi maldita buena naturaleza.

Lo odio, odio sentirme así, me odio por permitirlo y odio este post.

Confesión y descarga concluída. Espero que esto le pueda servir a alguien más que a mí.


...


Ah sí, hoy me convertí en una locutora certificada de la República, this is me celebrating: ...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nadie comento esta entrada, es como "uy! una mujer emocionalmente inestable, mejor no decirle nada" y yo tengo compulsión por escribir donde nadie me pregunta. Que lo diga Andrea, que borro mis comentarios de sus post, y no eran ofensivos, a decir verdad estaban muy justificados, expresé una opinión basado en mi experiencia de vida sobre un tema que ella planteaba.