El verbo "amar" nunca se debe usar a la ligera. Para mí, el amor está reservado para pocas (poquísimas) cosas sobre la faz de esta Tierra, de hecho, diría que sólo puedo usar el verbo amar en una oración acompañada de alguno de estos dos elementos "cine" y "música".
Últimamente, he notado la proliferación de los "amantes del cine" y ya explicaré porqué uso las comillas deliberadamente para nombrarlos.
Esta nueva generación de cinéfilos está compuesta por un tipo de personas que encuentro, francamente, insoportable. Son de esos que creen que porque saben qué festival de cortometrajes se está haciendo en algún sitio son lo máximo, que sólo viven para escribir en Twitter que vieron la última película del nuevo director adolescente del Festival de Cine Independiente o que sólo van al cine del Trasnocho Cultural porque no se mezclan con la masa come-cotufas.
Ustedes, pequeñas personitas mal-intensas, no tienen mi respeto.
Considero que para verdaderamente AMAR algo, debes conocerlo profundamente. Al igual que a una persona, para amarla debes conocer de donde viene ¿Cómo te consideras amante del cine sin conocer los clásicos? Por eso he visto Citizen Kane, El Acorazado Potemkin y muchas otras películas que han marcado hitos en la historia del cine, porque yo amo el cine.
Para amar a una persona debes conocer sus virtudes ¿Cómo te consideras un amante del cine si no has visto las obras maestras? Por eso he visto A Clockwork Orange, Goodfellas, Taxi Driver, Star Wars (IV, V y VI), Dr. Strangelove, Héroe, Drácula (el de Coppola)... y tantas otras que no conseguiré nombrarlas en un sólo post.
Para amar a una persona también debes conocer sus defectos ¿Cómo te consideras un amante del cine si no te formas tu propio criterio viendo películas MALAS? Por eso me he calado con mucha dignidad películas como Vampires Suck (que definitivamente está en el top 5 de las peores películas que he visto jamás)
En fin, sin querer extenderme mucho -además ya perdí parte de la pasión con la que comencé a escribir porque me distraje- considero que los que verdaderamente amamos el cine somos pocos, quizás incluso menos de lo que nosotros mismos creemos.
No se dejen engañar. El amigo tuyo que usa lentes de pasta, tiene barba de candado, sólo usa camisa de botones y bebe vino tinto, puede que no sea -y seguramente no es- el cinéfilo empedernido e interesante que dice ser.
Amemos todos el cine como a una persona, como un arte, como lo que es y con todo lo que tiene.
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