El sol se levantó tarde y se dejó opacar por sus primas las nubes,
las que son grises, rechonchas y celosas,
las que lloran a cántaros la pérdida de su propio brillo.
El cielo no sonríe, pero la lluvia no me moja,
resbala presurosa por la ventana, lejos de mí y de producirme frío.
¿Cómo sé si estoy aquí?
No siento el frío, no escucho la lluvia, no la veo.
Estoy dormida.
Si se puede llamar "dormir" al estado de inmóvil inquietud en el que engaño a mis desvelos.
Ellos son los únicos que no se van, los únicos que son ciertos en los días salpicados de incertidumbre.
Sé que hoy los olvidaré mientras camine y hable, pero que en la noche volverán.
Mis queridos desvelos.
La lluvia arrecia.
Es hora de abrir los ojos.
Ahí está la ventana, ahí está el aguacero, ahí están las nubes, más allá se asoma el sol.
Aquí esta mi cama, aquí está mi cuerpo, aquí está el espejo y aquí estoy yo.
Un día más.
Comienza igual a ayer, quizás igual a mañana.
Un día con sol, nubes y lluvia, con amaneceres, ventanas y desvelos.
Pero yo no seré la misma, estoy aquí hoy, mañana no sé.
Hoy comienzo este día, un día que no es igual, pero tampoco lo soy yo.
Esta foto la tomé yo hace tiempo, no es de Google.-
:)
:)
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